El pasado martes 3 de setiembre La Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), junto con los programas de cooperación IberCultura, Viva e Iber-Rutas y la iniciativa IberCocinas anunciaron el resultado del concurso “Sabor a Iberoamérica”, lanzado en abril para premiar historias de recetas tradicionales de las comunidades migrantes de la región. Las 10 propuestas seleccionadas recibirán premios de US$ 500 cada una.
Además de las 10 ganadoras, la Comisión Evaluadora decidió otorgar cuatro menciones honoríficas a otras postulaciones que no se ajustaban a los requisitos de premiación por no tratarse de personas migrantes, pero que sí presentaban historias migrantes en sus antepasados.
El concurso buscó fortalecer la visión de Iberoamérica como una región cuyo desarrollo ha estado estrechamente vinculado a las migraciones internacionales. Su meta es visibilizar las experiencias de interculturalidad que se dan a través de la cocina tradicional y la innovación creativa como expresión de la diversidad.
Compartimos fragmento del testimonio ganador de Primer Premio de Djanira Nascimento y la historia detrás de la receta de “Feijoada Baiana de mi Madre”
“La receta me la enseñó mi madre. Desde chica me gustaba ayudarla en la cocina. Casi siempre yo me ponía a su lado para observar como ella preparaba a mis comidas preferidas. Con mi hermana seleccionábamos los porotos dispuestos arriba de la mesa, separando los granos buenos y descartando a los que no tenían buen aspecto. Me acuerdo que ese proceso era muy divertido para nosotras. Con los años, aumentaban las responsabilidades en el hacer de la feijoada: preparar la farofa; ayudar a cortar las cebollas, los tomates; alcanzar los ingredientes o utensilios mientras mi madre cocinaba. (…)
“Los mayores beneficios de hacerla en Argentina están relacionados al plan de lo simbólico. He logrado acceder a valores subjetivos existentes en el acto de cocinar y de comer que únicamente se me presentaron al encontrarme en la condición de migrante. Cuándo me invaden los sentimientos de añoranza, mi cuerpo se llena de memorias. En esas ocasiones, resuelvo cocinar una feijoada. Entonces, el sabor de la comida ausente se hace presente en mi boca. Sus colores, texturas y sonidos me hacen recordarlas con vehemencia. Mi corazón vuelve a sentir el calor del plato que me fue servido con afecto. También suelo cocinarla para los ensayos de samba en mi casa. La Roda de Samba grupo de Santa Fe, formado por músicos argentinos y brasileños que tocan samba brasileña, muchas veces vienen a ensayar en mi casa y aprovecho la ocasión para hacer la feijoada. Generalmente somos un total de veinte personas, entre los y las integrantes y algunos otros invitados. El ensayo de la Roda de Samba se parece más a una excusa que hacemos entre amigos para compartir la feijoada, cantar, tocar y bailar samba”.
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